5 oct 2020

Frente al espejo

 Hay días en los que el espejo "pesa" un poco más.

En esos días siento que las huellas de la noche se convierten en cicatrices y me cuesta un poco entender y aceptar aquella frase que me decía mi tía Ligia: "Los años no vienen solos", y veo marcas en mi piel. Mi vista falla tanto como es posible sin anteojos y a veces me cuesta escuchar tonos bajos.

Esas pequeñas marcas en mi rostro se convierten en miedo a la edad y lo que esto conlleva.

Hoy tal vez me pese un poco más la celulitis o las estrías y ya no tengo la firmeza de hace 10 años, como es obvio, aunque si llego a comentarlo en voz alta la respuesta sea: "pero estás muy bien", ¡SI!, lo sé, no me quejo, solo me siento... me siento y entiendo que llegando a este punto, asumiendo que 51 años apenas puede ser la mitad de la vida, a ratos la nostalgia de esa energía perdida  con tanta facilidad me abruma.

Lo cierto es que estoy aprendiendo a quererme más con la cara lavada, aunque siga ocultando las canas. 

Hoy estoy mirándome con otros ojos y aceptando cada cicatriz como parte de mi historia, reconociendo que esa pequeña niña tímida de 12 años que no se "mostraba" era solo una chica normal, común; que solo me dejé llevar por las expectativas de lo que no soy y no iba a ser.

Soy muy afortunada, porque me estoy queriendo cada vez mejor, cada vez cambiando la mirada y entendiendo la belleza de sonreír frente al espejo. 

Hoy mi voz es una de mis voces favoritas, hoy me escucho y me entiendo, aceptando y entendiendo mis virtudes, esas que tanto escondí detrás de mis miedos y mis tristezas disfrazadas de un verbo tenaz que fue mi caparazón para intentar conseguir afuera la perfección que "no veía" adentro.

Hoy agradezco mi andar, todo lo que me trajo hasta aquí, que hizo de mi lo que antes no entendía, saberme completa para poder deshojarme en esta parada, este "alto" que ha servido para cambiarme los zapatos para la siguiente ruta.

Hoy estoy intensa-mente agradecida conmigo, porque ya no quiero ser mejor que nadie, no deseo destacar, solo quiero estar en paz.

Qué alivio ha sido conocerme. 

Esto apenas comienza.