20 may 2013

Siempre hay que dar las gracias

Domingo en la noche, pasadas las 11 y la cocina está encendida... se prepara el día de mañana, mañana es lunes! Este no es un lunes normal, es un lunes especial; de esos que marcan un verdadero inicio, una nueva etapa y la víspera me trae contenta y asustada. A ratos siento que me falta el aire de la emoción, se humedecen mis ojos y mi corazón se agita... pienso en las recomendaciones de mi cardiólogo (eso suena a gente de edad, pero ni modo) entonces me calmo, creo que debo tomar un té.. y claro que lo primero que hago es tomar mi portátil y soltar mis emociones.

Ver a mis pequeñas - que crecen con las horas - dormidas como lo que son: ángeles, regalos de la vida para aprender y crecer. Mis bendiciones! ¡Que mujer tan afortunada!

Hoy es uno de esos días en los que no quiero pensar en cómo puede alguien no querer a un hijo, en cómo alguien puede tener el alma tan vacía como para no querer a un hijo. He visto eso tan de cerca que lo he sentido y llorado como si esos hijos fueran míos; ya lo decía Andrés Eloy y no se equivocaba. Creo que algunas personas mueren lentamente y en el camino se les acaba el amor, la alegría, la paz... es entonces cuando se les muere la capacidad de amar a los suyos, los que llevan la mitad de ellos en cada hueso.

Cuando ves a alguien usar a un hijo, manipular en su nombre es difícil de aceptar, dices: no entiendo. Pero cuando ves a un padre rechazar, humillar y renegar de un hijo, escoger a cual decide querer en detrimento de otro, hijos de un mismo vientre, de un mismo gen; eso es incomprensible, eso es anti-natura, eso NO SE HACE!.

Un hijo es un regalo que te da la vida para que crezcas y aprendas, te lo presta un tiempo para que aprendas a ser feliz, a valorar lo importante, a ordenar tus prioridades, te trae enseñanza y sabiduría. Ningún hijo viene sin un cargamento de sonrisas y suspiros. Ellos vienen con una maleta llena de miedos y con un espejo en la mano, para que te veas y te reconozcas.
A veces nos convertimos en "malos hijos" o algo así, en seres egoístas al buscar nuestra propia felicidad, por encima del deseo de nuestros padres y eso es algo que solo valoramos cuando somos padres y sabemos que la mejor enseñanza que le podemos dejar a nuestros hijos no consta en ser buenos sino felices.

Soy una mujer afortunada, tengo cariños sinceros, amistades que valen oro, de esas que no te fallan ni queriendo, una familia que se acerca y se aleja, pero nunca abandona. Tengo la dicha de sonreír a la vida desde el corazón, de vivir agradecida por lo bueno y lo malo; vivo intentando aprender cómo puede lo malo ayudarme a crecer; es una tarea complicada, pero sigo intentando.

Si hay algo que cada día me hace sonreír es la fortuna de ser madre, aunque no sepa valorar a la mía, sé que mis hijas son mi mayor fortuna.

Al final de este rato lo único que quiero compartir es mi alegría y mi eterno agradecimiento con esta vida que me golpea y me recompensa; que me asusta y me empuja; que me agobia y se las arregla para dibujarme siempre una sonrisa.

¡GRACIAS!

@GabyAcostaSoto