3 nov 2016

Para Lilian Tintori, de madre a madre.

Por favor.



Apreciada Lilian:

No estoy casada, no tengo esposo, novio, ni algo que se le parezca; solo soy madre de dos, soltera, y con alguna experiencia amorosa, mas o menos normal. 
No, no tengo una relación como la que tu tienes con tu esposo. Me parece que tienen una relación muy bonita, fuerte y que es de las que dura para toda la vida, eso es hermoso.
Sé que te duelen tus hijos, créeme que lo entiendo.

Te digo esto porque esta noche leí una declaración tuya que me puso a pensar y quiero expresar lo que pienso y siento:

No tengo idea de lo que se siente tener al esposo preso y verlo cada tanto, cuando te dan permiso unos abusivos portadores de uniforme olivo y encima de eso, te condicionan el tiempo y espacio para compartir con él, para estar "en familia" con él y tus hijos.

No sé si yo también le hubiera dado las gracias a Diosdado Cabello por el trato recibido el día que mi esposo se entregó de manera voluntaria cuando fue ordenada la prisión injusta que hoy vive; tal vez lo habría hecho, tal vez no.

No sé si me tomaría todas esas fotos y recorrería el mundo para hacer que su nombre sea escuchado y que tantas voces aboguen por él, por su libertad y en consecuencia, por el país; tal vez.

No sé si tendría fuerzas para dejar a mis hijos pequeños en casa todos los días para salir a pelear contra el gobierno, ir y venir en una lucha permanente por ayudar a que todo esto acabe. Sabemos qué difícil es. 

No sé si escucharía voces que de lado y lado dicen de mi lo que quieren, voces que me dicen qué hacer, voces que me halagan y voces que me critican.
No sé si tendía el valor para poner a mis hijos por horas frente a una reja para contarles que su papá es un "héroe", contarles por qué esas cosas feas le pasan a su papá y que le cuenten ellos a todos cómo se sienten.

No sé si sería capaz de aguantar tanta presión, tanta cosa para la que no estaba preparada, la verdad, no lo sé.

Qué difícil.

Pero una cosa si sé, Lilian. 
Yo no me creo capaz de comparar el dolor de sentir que mi marido paga pena injusta en una cárcel, con el dolor de una madre que no tiene comida para darle a sus hijos. 
No, señora, eso no tiene punto de comparación.
Para ser honesta, esa comparación, como madre, me ofende.
Yo no sé si alguna vez te ha faltado alimento, espero que no.
Yo no sé si alguna vez tus hijos han dormido con hambre por falta de alimentos, ruego a Dios que no.

Lilian, eso es triste, es doloroso, es cruel; es incluso vergonzoso de contar.

Lilian, he caído en la tentación más de una vez de criticar palabras tuyas y leer chistes sobre posturas políticas; lo he hecho alguna vez. No soy la mas ruda ni la mas blanda a la hora de hablar y decir lo que pienso, lo normal.

Ahora, te pido por favor, no pretendas comparar el dolor de sentir que pierdes la tranquilidad de saber si tu esposo está donde te dicen, de saber si tu esposo duerme, si está comiendo, si está siendo maltratado, vejado, humillado. No pretendas JAMÁS comparar esa angustia con la que siente una madre que no tiene comida para darle a sus hijos. 
Ese dolor, esa angustia esa desesperación que te da un dolor en el estómago y te provoca náuseas, lágrimas repentinas y ganas de gritar de impotencia, ese dolor de madre  lo he vivido muy de cerca, mucho, como para compararlo con tu momento de angustia de esta noche. 

Solo pretendo que tomes unos minutos, solo unos pocos, te sientes con tus hijos y le des gracias a Dios si es que no les falta alimento, aunque les falte el padre.

Solo te ruego un poco de sensatez en un momento donde lo más difícil es ser sensato. Es rudo, es doloroso, es complicado, pero si buscas dentro de ti, lo vas a encontrar.
No es una crítica, es una súplica. 
Tienes a tu familia sobre tus hombros y además, a mucha gente detrás siguiendo tus pasos; eso es demasiada responsabilidad que seguramente no pediste tener.

Por esas madres que esta noche no duermen por la angustia de no haber podido alimentar a sus hijos.
Por las que lo hicieron y dejaron de comer ellas porque no alcanzaba para todos; por los padres que viven esa angustia todos los días. Solo te pido que pienses en lo que has dicho.

Dios bendiga a tu familia y permita que pronto puedan reunirse en casa, abrazarse y dar gracias por ese amor que se tienen.

Que Venezuela, junta y en paz, logre salir de esta pesadilla que nos acosa.


Buenas noches.


Gabriela Acosta Soto.
Noviembre 3, 2016.

14 ago 2016

Respirar

Mi Vale amada…

Que cuento las horas y siento que no puedo respirar.

No sé cómo voy a vivir todos los días de tu ausencia hasta que te vuelva a ver; supongo que será un día a la vez.
Tengo un dolor en el pecho que no me deja respirar y no sé si ir a la sala de emergencias o tirarme en la cama y abrazar a mi almohada.

Rezo, pido a Dios por ti, porque sé que vas a estar bien, estás creciendo, y sé que tu vida va a ser maravillosa y sé también que yo voy  estar bien; solo que ahora me cuesta respirar sin ti a mi lado.

Qué difícil es imaginar mis días sin ti recostada de mi abrazo.

Fuiste, eres y siempre serás mi primer amor. Ahora te me haces grande, dejas el nido y yo estoy aprendiendo a vivir así.

Estoy feliz por ti, estoy orgullosa de ti.


Te amo, hija mia.

11 jul 2016

Abril 04/16 16:04

Sumas facturas y descuentas despedidas. 
A veces es tan larga la cuenta que no sabes si pagar u olvidar lo prometido.

Toca volar y pensar que todo es posible, llenar el corazón de ilusión y creer en los sueños, hacer una oración pensando que la fe es todo lo que necesitas para seguir, llegar, para mover lo que parece inmóvil.

Quien no sueña no sabe de alegrías pequeñas; esas alegrías que regalan vida con la rapidez de un suspiro.

La voz que llama pasajeros extraviados no para, es un día movido en los pasillos del aeropuerto. Parece que a todos les cambiaron el gate sin previo aviso. Gente que corre y no mira a los lados, extranjeros muy bronceados, nacionales publicando su hazaña de salir del país. 
Para ser un aeropuerto mediano, internacional, pero mediano y un día lunes, el movimiento es entretenido. 
Todos se apuran a tomar un lugar cerca de la zona de carga para que la espera de 4 horas no se haga tan larga como en tiempos sin móvil con pilas. 

En el duty free las compras tienen aroma a chocolate y ron criollo. 
Somos muy latinos en este aeropuerto, vamos con chaquetas de cuero a 23 grados y usamos joyas porque "no hay peligro". Cosas normales…

Comienza otra crónica y no hemos embarcado, hoy con tempranas ganas de contar lo que se vive. 
Periscope me dice que hay acción en Detroit, que un diputado nos cuenta la nueva del día. Desconecto el móvil, me quedo sin pilas. 
El marabino de la silla de al lado me pregunta si soy de Maracaibo y a pesar que mi acento certifica que no lo soy, repite: tu cara me resulta "tan" familiar… baratija repetida.

La chica que muestra su ombligo y tiene más edad que su outfit pide "un ladito" para sentarse al lado del chico que se sienta justo frente a la zona de carga. 8 enchufes y 3 sillas en frente no rinden para 4 horas de espera, ya pasaron 2.

Aprovecho la pila de mi computadora para escribir y cargar mi móvil. 2 tweets y  2 fotos en instagram, 7 chats de whatsapp abiertos y una vuelta por gmail tiene la pila en 40%. Estos teléfonos cada vez aguantan menos. 

14:58, Ya compraron el ron y el chocolate. El gasto parece haber valido la pena. 

Tomo el agua que traje de casa, porque no es fácil conseguir agua en esta ciudad, no se sabe si en el aeropuerto habrá.
En la vuelta torturante por el duty free un perfume (de los que me gustan) cuesta 65.000 y la chica me dice el precio como quien cuenta el estado del tiempo. Acá 2 + 2 no son 4.
El aire acondicionado está al minino, supongo que ahorramos energía. Mi consuelo es que voy saliendo.

Me desconecto, voy a dibujar un rato. 
04/04/16 16:04


17 jun 2016

10 segundos y un suspiro…

Porque a veces solo toma 10 segundos.
La vida nos sorprende con regalos cada día, tal vez solo hace falta detenerse 10 segundos, suspirar y darte cuenta de lo maravilloso que resulta mirar lo que te rodea.
Mira, suspira, disfruta y agradece; luego pide, pídele a la vida esos 10 segundos cada vez para entender que la felicidad está ahí, cerquita y que si te detienes, y tomas conciencia de la diferencia entre ver y mirar, entonces, solo entonces, esos 10 segundos suspirando y mirando eso que tienes tan cerca marcarán la diferencia.

Me he pasado la vida buscando ser feliz y he dejado en el camino momentos maravillosos, gente valiosa y solo estando consciente de ello he aprendido el valor del día a día.
Soy, como todos, afortunada de tener gente que amo y que me ama a mi alrededor, solo quien no siente no entiende.
Corre, ríe, llora, suda, ríndete de vez en cuando, pregúntate si te gusta lo que te gusta por ti y no porque le gusta a alguien que amas.

Me gusta estar a solas con mis pensamientos, me aturde la gente que no entiende el valor del silencio.
Soy feliz porque puedo mirar al cielo y apreciar sus colores, porque sé a qué temperatura me gusta el agua en la ducha, porque me gusta pensar que cada vez que me como un chocolate cierro los ojos y es mi sabor favorito en la vida.
Me llena la vida sentir en mi mejilla la suave piel de mis hijas cuando me besan y me abrazan. Adoro el olor de mi madre en su abrazo.
Me gusta ver a las personas reírse solas, eso es hermoso.
Siento fascinación por esa gente que se mira a los ojos cuando se habla.

Es entender que si te das cuenta cada día de que siempre algo te gusta, puedes ser feliz a cada rato.

10 segundos y un suspiro…

Así la vida se hace de a ratos bonita y divertida.

@GabyAcostaSoto

9 mar 2016

Respuestas

Que difícil vivir en este país y mantenerse cuerdo. A ratos creo que perdí el sentido de todo, que mi capacidad de ser una persona racional no me alcanza para las horas de angustia, rabia o tristeza que me ha tocado vivir en mi país.

Que fastidio tan grande me da ver cada día a políticos "arrechos", alzando la voz, diciéndole las verdades a los otros en su cara porque ahora si se puede.
Que angustia me da no escuchar a gente que hable con la voz baja, haciendo, no diciendo. Son tan pocas que no alcanzan a hacer bulla. Busco a esos que entienden lo que significa la palabra EMPATÍA, y la sienten, y la practican.

Soy militante, no de un partido, sino de la política como tal. Un buen día descubrí que mi pasión por las cosas correctas y bien hechas se viven con mucha intensidad desde, en y con la política. Cosa que en un país tropical es una bendición o una maldición; depende de qué lado estés.

17 años esperando una respuesta a mis miedos solo me han enseñado a vivir con esos miedos bajo la almohada, a esconderlos cada noche. Saben como se siente? Si, lo saben bien, eso cansa, agota hasta que te duelen los huesos; mata las ganas de que tu país sea tu plan A, B, C o D y no queda otra que romper en llanto ante la posibilidad de vivir los días con esta desesperanza inútil que te despierta de madrugada, con la frustración de saber que no te alcanza para salir de tu realidad a inventarte otra. Eso que no te deja dormir. Así como te despierta el miedo a que vuelvan a entrar por la ventana y te droguen mientras duermes abrazado a tu hijo y se lleven tus 3 cosas de valor, sin las que puedes vivir; pero con lo que se llevan, te dejan el miedo y las ganas de correr con tu pasaporte en la mano.

Entonces una tarde como hoy me siento a llorar de angustia y no me puedo encerrar en mi cuarto a vivir deprimida, no, porque tengo que esperar que "pongan el agua" para lavar los platos y preparar la comida que mi hija se lleva a la universidad porque en la mañana tal vez no hay agua.
No me puedo sentar "a deprimirme", porque cuando llega mi hija, me dice que ella sabe que esto va a pasar; si, esa que creció en esta vorágine que se ha comido los sueños de millones y ella tiene esperanza, tiene fe. Me dice que va a salir a recoger firmas, que va a estudiar mucho, me dice que ella es el futuro. Yo me derrito y lloro un poco mas. Me levanto y me lavo la cara.

Y así, dejo de escuchar discursos que se acomodan a lo que espero y abrazo a mis hijas, me lleno de su grandeza y respiro, una y otra vez; como si asistiera a una clase de parto sin dolor, sabiendo que lo mejor siempre llega al final.


Lo llamo: catarsis.

@GabyAcostaSoto