2 dic 2015

Un rincón y tu recuerdo.

Esa sensación de estar en un lugar que te llena de paz…

Llego cansada después de un día largo de trabajo, manejar por horas entre un tráfico y otro; comer a medias y darme cuenta de que todo valió la pena justo en ese instante en el que me quedo sola en la habitación. Y yo me sentía un poco mal porque no pude volver a casa.

Este cuarto pequeño, estas sábanas, esta cama.
Esta casa que un día quise volver a tener en mi camino.

Cada vez que estoy aquí, recuerdo las noches de insomnio acompañada de esa amiga con la que conversaba por horas, ambas con mucho café, ella con su cigarro.
Sus consejos, sus comentarios. Nuestras risas y ese abrazo que se siente en el alma.

Recuerdo la primera vez que me quedé dormida hasta muy tarde. Me levanté apenada y me dijiste: si dormiste tantas horas, es que lo necesitabas. Duerme lo que necesitas, ya habrá tiempo para otras cosas.

Estoy divagando, si, estoy recordando momentos en los que cuando se hace de noche, me subo a esta cama y me doy cuenta de que también es mi casa. Me doy cuenta de que esa sensación de paz viene sola; no se programa, no se planifica.

En este cuarto dejaste de respirar una tarde, entre mis brazos. En este cuarto te recuerdo como si fue ayer la última vez que me diste tu bendición y un beso de buenas noches.

Te extraño, amiga.

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