4 mar 2021

En el banco de pino verde [Confesiones]

 Y si, hay días en las que el playlist marca un poco la ruta a mis emociones y no al revés. Lo mejor es que me cuenta cosas de mi que no me quiero decir.

Hoy me siento como Penélope sentada en la estación, viendo a todos pasar y esperando [a mi amante] en el próximo tren, tren que no llega y que se va la vida en la espera.

No es que no haya amado, es que me enamoro y todo (en serio) pero hasta ahora me doy cuenta del tamaño de mis expectativas y en esto se refleja mi necesidad de seguir sola, claro está, viendo a los lados a ver si se presenta "ese amor" que sigo esperando, ese al que le permita quedarse; ese con el que voy a dejar de correr en sentido contrario y quedarme, sin reservas.

¿Por qué sigo huyendo si me siento como Penélope? ella, que de tanto soñar se quedó viviendo en un sueño y no mira lo que le pasa por el frente, no reconoce a su amor cuando le habla y no sabe en realidad qué (a quién) espera.

Así con medio siglo vivido en este "vamos a ver" hoy me doy una sacudida para salir del letargo y entender que no pasa nada, que mis grises son maravillosos, que puedo recibir sin miedo y que está bien.

Que puedo estar bien.

Voy a estar bien.

Lo bueno es que me sigo conociendo, con tanta terapia y estudio aprendí a disfrutar de la soledad porque hace bastante rato que me gusta estar a solas conmigo, entonces toca abrir la ventana para empezar. 

Nueve de la noche, escribo sobre el amor de pareja (o la falta de) y la música sigue en alta y yo me siento cada vez mejor, llegó Juan Gabriel.

PD: El playlist se llama "Doñístico tipo sábado por la tarde".

¡A esto lo llamo intensidad!


Voy a ver por donde anda Mercurio, capaz que alguien me cuenta que todo esto es su culpa.

@GabyAcostaSoto

21 ene 2021

Complaciente

Complacer.

Que alivio dejar de hacer cosas por complacer a otros.

Tenemos arraigado ese sentimiento de culpa que surge al pensar que si somos honestos con alguien y decimos NO, no quiero, no me gusta, no me hace sentir bien, no me interesa, vamos a ofender o hacer sentir mal, ‘quedar mal’ o no ser bien vistos.
De aquí parten muchas veces las personalidades débiles y terminamos con un ¿Qué van a decir de mi?
Este miedo nos arrastra a repetir una y otra vez  caer en la complacencia.
En un mundo donde el like vale mas que una opinión sincera, los miedos a la aceptación permanecen a flor de piel.
Cuando voy a las redes sociales si algo no me gusta, tal vez no lo critico pero tampoco necesito regalar ese like para hacer sentir mejor a otros.
Esa incoherencia termina haciéndonos daño a nosotros y al resto, terminamos dudando de nuestra opinión y no hacemos lo que sentimos sino lo que se vea mejor a los ojos del mundo.
Hay que dejar de vivir en la justificación, hacer las cosas para quedar bien y solo cumplir compromisos, es un llamado urgente a conciliar la paz interior; en mi caso es lo que estoy haciendo, al menos lo que quiero lograr.
Me he visto gastando demasiada energía tratando de quedar bien con otros, cuando en realidad lo que quiero es salir de ese espacio. Eso agota, es matador.

Hoy sigo agradeciendo el aprendizaje y a través de este agradecimiento queda en evidencia el camino andado, es maravilloso. 


Ser respetuoso y aprender a decir no, sostenerlo y seguir. 

Vamos.

Gaby. 


5 oct 2020

Frente al espejo

 Hay días en los que el espejo "pesa" un poco más.

En esos días siento que las huellas de la noche se convierten en cicatrices y me cuesta un poco entender y aceptar aquella frase que me decía mi tía Ligia: "Los años no vienen solos", y veo marcas en mi piel. Mi vista falla tanto como es posible sin anteojos y a veces me cuesta escuchar tonos bajos.

Esas pequeñas marcas en mi rostro se convierten en miedo a la edad y lo que esto conlleva.

Hoy tal vez me pese un poco más la celulitis o las estrías y ya no tengo la firmeza de hace 10 años, como es obvio, aunque si llego a comentarlo en voz alta la respuesta sea: "pero estás muy bien", ¡SI!, lo sé, no me quejo, solo me siento... me siento y entiendo que llegando a este punto, asumiendo que 51 años apenas puede ser la mitad de la vida, a ratos la nostalgia de esa energía perdida  con tanta facilidad me abruma.

Lo cierto es que estoy aprendiendo a quererme más con la cara lavada, aunque siga ocultando las canas. 

Hoy estoy mirándome con otros ojos y aceptando cada cicatriz como parte de mi historia, reconociendo que esa pequeña niña tímida de 12 años que no se "mostraba" era solo una chica normal, común; que solo me dejé llevar por las expectativas de lo que no soy y no iba a ser.

Soy muy afortunada, porque me estoy queriendo cada vez mejor, cada vez cambiando la mirada y entendiendo la belleza de sonreír frente al espejo. 

Hoy mi voz es una de mis voces favoritas, hoy me escucho y me entiendo, aceptando y entendiendo mis virtudes, esas que tanto escondí detrás de mis miedos y mis tristezas disfrazadas de un verbo tenaz que fue mi caparazón para intentar conseguir afuera la perfección que "no veía" adentro.

Hoy agradezco mi andar, todo lo que me trajo hasta aquí, que hizo de mi lo que antes no entendía, saberme completa para poder deshojarme en esta parada, este "alto" que ha servido para cambiarme los zapatos para la siguiente ruta.

Hoy estoy intensa-mente agradecida conmigo, porque ya no quiero ser mejor que nadie, no deseo destacar, solo quiero estar en paz.

Qué alivio ha sido conocerme. 

Esto apenas comienza.